Don Gustavo

Don Gustavo González Espinoza nació en Estados Unidos, en el seno de una familia mexicana, y llegó a la ciudad a los 6 años para convertirse en uno de los forjadores de la Tijuana moderna.

En 1938, pasada la época de la prohibición en los Estados Unidos, Don Gustavo ayudaba a su familia vendiendo artesanías sencillas afuera del casino Aguacaliente y por las tardes, cigarrillos en la línea internacional.

Cuando la llegada de la Segunda Guerra Mundial era inminente y el mundo se comenzaba a transformar, la vialidad principal de Tijuana –la Avenida Revolución– contaba con una comunidad de japoneses como sus principales habitantes, pero después del bombardeo a Pearl Harbor en 1941 por parte imperio Japonés, se les consideró una amenaza a los Estados Unidos, provocando que fueran reubicados.

En 1945, el padre de Don Gustavo además de abrir su primera tienda de artesanías y perfumería, también compró la mitad de los terrenos y casas de los japoneses, lo que hoy se conoce como el Pasaje México.

HISTORIA

Con el tiempo, y tras años de arduo trabajo, Don Gustavo compró la otra mitad del Pasaje, consagrándose como un centro de artesanías con diferentes comerciantes del giro.

El destino cruzó a Don Gustavo con el Sr.Schwartz, quien lo introdujo al mundo de las importaciones finas. Un tiempo después, Don Gustavo se convertiría en un experto en el tema, abriendo la legendaria IMPORTS en la calle quinta. Sus viajes a Europa acompañado por su esposa Doña Emilia Raphael, lo llevaron a las principales capitales, desde donde comenzó a traer diferentes artículos de la más alta calidad. El dominio del comercio lo llevó a crear un negocio sumamente exitoso e innovador, en donde empleadas de confianza como la señora Otilia le ayudaron a crear emblemas originales que distinguían a la tienda, como los famosos “moños Imports”. Los hijos de don Gustavo eran sus principales ayudantes en temporadas altas, atendiendo a clientes de todas partes del mundo, incluyendo artistas como Pedro infante, Al Pacino y muchos más.

Posteriormente, abrió sucursales en plaza Río y en las Torres, manteniendo una tienda pequeña en la avenida Revolución. A la fecha, y con toda la admiración de su familia, Don Gustavo, de 95 años, sigue trabajando con entusiasmo todos los días.

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